XOÁN CARLOS GIL
Edificios de Bar Boo, Baltar Tojo y Corrales y Bas forman parte del estilo que el cine ha puesto de moda
04 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.
El brutalista, uno de los últimos fenómenos cinematográficos de la temporada, con muchos boletos para alzarse con el Oscar a la Mejor Película este año, ha servido también para algunas de las cosas para las que sirve el cine, que es la reflexión, para mirar hacia adentro; y también mirar a nuestro alrededor al salir de la sala. En este último caso, para hacer un barrido por la obra arquitectónica que se podría calificar de brutalista en Vigo.
Sobre ello habla el arquitecto Fernando Agrasar Quiroga, autor de la Guía de Arquitectura de Vigo 1930-2000, publicada por el COAG. Para empezar, el especialista aclara que el brutalismo no es un estilo arquitectónico. Indica que el nombre se lo puso un crítico de arquitectura inglés importante que formaba parte del Independent Group a finales de los años 50, Rainer Banhan: «Observó que había una serie de arquitectos más jóvenes que estaban haciendo unas obras muy nuevas donde él reconoció una serie de rasgos comunes que llamó el nuevo brutalismo, eran arquitectos del movimiento moderno pero utilizaban de una manera muy cruda los materiales, la construcción, la estructura, o incluso las instalaciones, como tuberías y cosas así», explica.
Agrasar añade que ellos reclamaban, «sin dejar de ser del movimiento moderno a finales de los 50, incluido Le Corbusier, obras con hormigón a la vista, sin revestir, con tuberías por fuera, todo ello con un sentido muy social, una arquitectura más vivible, más barata, más directa, más cruda, una búsqueda del expresionismo abstracto y del art brut». Algunas de las obras de madurez de Le Corbusier, como la Capilla del Ronchamp o el Convento de la Tourette, eran señalados por Banhan como brutalistas. Esos años coinciden en España y en Galicia con la recuperación del movimiento moderno de la mano de una generación de jóvenes arquitectos que comenzaron a hacer sus obras a finales de los 50, como Bar Boo, por ejemplo. Sin embargo, señala que en Vigo «hay pocos edificios que pudiéramos calificar así, y los pocos que hay no son muy estereotipados», pero resalta uno que le parece «perfectamente brutalista» y «además me gusta mucho», reconoce. Aunque aclara que la obra de Bar Boo no la podríamos calificar nunca de brutalista, «en el año 63, un contratista le encargó que resolviera una fachada de una estructura que ya tenía hecha de hormigón en la calle Jenaro de la Fuente, que antes se llamaba Alcázar de Toledo e hizo una cosa fantástica, una fachada estupendísima, creo que injustamente valorada y desde luego, brutalista, creada con pastas, que era como él llamaba a las piezas de granito sin tallar, tal como se extraen de la cantera, se ven a veces mucho en O Rosal y en el entorno de O Porriño para sostener las parras», ejemplifica.
También incluye la cooperativa de viviendas de Fenosa, de Corrales y Basilio Bas en Travesía de Vigo, también de 1963: «Es todo de hormigón, se hizo con una patente sueca de encofrados deslizantes con los huecos para meter el cableado», recuerda; y añade el edificio de Pérez Llorente y Francisco Yáñez en la esquina de Velázquez Moreno con Marqués de Valladares: «En la planta baja tiene una iglesia que no deja de ser un bajo de un edificio, Sin embargo, se creó una estructura de grandes luces para que el templo no tuviera columnas por el medio y esa iglesia, ese espacio, sobre todo el bajo, sí que tiene ese ramalazo».
El párking de El Corte Inglés en la calle México, y tres edificios de Baltar Tojo: en Policarpo Sanz, 17, María Berdiales, 16 e Urzaiz, 93, también podrían entrar en esta estética.
El experto también considera interesante plantearse por qué hay tan poca arquitectura brutalista en Vigo y señala que se debe «a que aquí, más que en cualquier otra ciudad gallega, hay una gran presencia de la piedra y se hizo mucha arquitectura moderna por encima de cualquier otro material». Otra razón es que que los arquitectos que trabajaban en la ciudad y en las ciudades del tamaño de Vigo, había muy pocos arquitectos. La nómina de autores que hacían un trabajo interesante era muy escasa en esos años, coincidió que teníamos estupendísimos arquitectos en Vigo como Bar Boo, pero el brutalismo nunca entró en sus planes, si no, le habría dado a Vigo un buen ramalazo.
El ilustrador David Amoedo (Vigo, 1984), que firma sus obras como Davida, y forma parte de la plataforma Beiramar da Xente, que reivindica la arquitectura industrial de la ciudad, añade a la lista la nave de Fribesa en Beiramar, que corresponde a este estilo, pero Agrasar no contempla al no ser un edificio de viviendas. En su lista también aparece la iglesia del Cristo de la Victoria, en la calle Baiona, en Coia, donde Bar Boo también firma un edificio de este movimiento.