Del nepotismo moderno, el de los ‘nepobabies’, ese que encumbra mediáticamente solo por serlo a los hijos de los que en la anterior generación ya fueron ricos y famosos, resulta especialmente ofensivo (al menos para los que somos vástagos de gente anónima y trabajadora, de esa que que jamás ha hecho una transferencia de 8 cifras) el momento en el que un niño privilegiado equis formula una opinión política y los medios (incluso los más prestigiosos), llevados por la lógica de los algoritmos ―que premian la polémica― y por la dictadura de los influencers ―que moldean los deseos y aspiraciones del pueblo más que los verdaderos representantes institucionales― ayudan a hacerla viral.
Pasó hace unos días con Willy Bárcenas, famoso por ser líder de un grupo musical capaz de llenar grandes recintos pero sobre todo por ser hijo de uno de los representantes más señeros de la corrupción del Partido Popular. Willy dijo que Trump le había decepcionado a pesar de que había deseado su victoria para que acabase con “lo woke”.
Es curioso, pero en una sociedad hiperconectada e hiperinformado como el nuestro, en el que todo el mundo puede expresar una opinión en alto, que te ayuden a que tu voz sobresalga sobre las demás es el privilegio definitivo. Lo saben bien los partidos políticos que concurren a las elecciones y hacen todo tipo de guarradas financieras para conseguir el dinero que después paga las campañas que ayudan a comprar granjas de bots, voluntades periodísticas e incluso redes sociales completas que les ayudan a envenenar e influir a los votantes para así llegar al poder; lo sabe el padre del líder de Taburete, que movía millones a bancos de Suiza y Delaware para, entre otras cosas, lograr para su partido todo lo que acabo de mencionar; lo sabe perfectamente servidora, quien de pronto tiene una columna bastante woke en un medio de gran prestigio que hoy usa para decir: me importa un comino, un pimiento y, nunca mejor dicho, un pijo, lo que opine Willy Bárcenas sobre Trump o sobre cualquier cosa. Por supuesto, a ustedes puede importarle un bledo lo que opine yo, pero al menos mi parentela no ha robado nada.