El sol comienza a ponerse en Tokio, donde las luces de la ciudad se mezclan con las luces de las estrellas de la galaxia más famosa de todas. En el centro de convenciones Makuhari Messe, los ecos de la Star Wars Celebration 2025 aún resuenan, y entre los rostros ansiosos de los fans, uno brilla con especial intensidad: Jon Favreau, director y productor de ‘The Mandalorian y Grogu’, la nueva película que llega a los cines el 22 de mayo de 2026 con Pedro Pascal y Sigourney Weaver encabezando el reparto.
Para Favreau, Tokio no es solo una parada más en la gira promocional, es un lugar donde los mitos se encuentran con la realidad. «Es maravilloso estar aquí con Star Wars,» dice, mientras observa los destellos de emoción en los ojos de los fans que, como él, han crecido con las historias de la galaxia. «Mi primera Celebration fue en Chicago, justo después de la última que se celebró en Tokio. Y tengo que decir que me encanta este lugar,» confiesa, entre risas. Pero más allá de la nostalgia personal, lo que realmente lo entusiasma es el vínculo profundo que Star Wars ha establecido con la cultura japonesa, especialmente con el cine de Akira Kurosawa, la base que inspiró tantas de las ideas fundamentales que cimentaron el universo de George Lucas.
El cine de Kurosawa, con sus épicos relatos de samuráis, justicia y sacrificio, marcó la pauta para la creación de los Jedi y la Fuerza. Para Favreau, esta relación no es solo un tributo, sino un elemento que sigue vivo en cada fotograma de The Mandalorian. «Star Wars, en sus orígenes, está profundamente inspirado por el cine japonés —por Kurosawa, en concreto—, y George Lucas nunca lo ocultó. Él tomó mucho de ahí: de los jedi, de la Fuerza, de toda esa filosofía,» explica, con una reverencia palpable en su tono. La mirada del director se ilumina al recordar cómo las películas de samuráis han influido en el enfoque visual y narrativo de The Mandalorian, un legado que sigue presente con cada aventura de Din Djarin y Grogu.
«Así que venir aquí y poder mostrar imágenes de Star Wars es, de algún modo, cerrar un círculo,» reflexiona Favreau, mientras el bullicio de la sala se apaga por un momento, como si el peso de la historia cobrara vida en sus palabras. ‘The Mandalorian’, al igual que la obra de Kurosawa, se alimenta de la idea del viaje heroico, de la figura solitaria que debe confrontar sus propios demonios mientras lucha por una causa mayor. Y esa conexión profunda con la tradición japonesa no solo se ve en la estética de la serie, sino también en la forma en que la historia sigue evolucionando. Favreau lo tiene claro: ‘The Mandalorian’ está imbuido de ese mismo espíritu que define al cine japonés y, por ende, a Star Wars.
«Con los directores con los que trabajamos en la serie, solíamos ver películas, especialmente si miras lo que hace Dave Filoni con ‘Ahsoka’. Hay una conexión directa con el cine de Kurosawa, que ha sido una fuente constante de inspiración,» añade, mientras señala la importancia de mantener viva esa tradición visual en cada episodio de la serie. Para él, la influencia del cine clásico japonés no es solo un guiño nostálgico, sino un pilar fundamental que sigue informando la narrativa de Star Wars.
Pero Tokio, por supuesto, no es solo el lugar de las leyendas y los mitos. Es una ciudad que, al igual que la saga de Star Wars, se nutre de contrastes y maravillas. «Estar aquí es una maravilla. De forma un poco egoísta, lo admito, me encanta estar aquí. Me encanta la comida,» dice con una sonrisa traviesa, dejando entrever su amor por la gastronomía de la ciudad. «Me gustan las ciudades con buena comida. Y, por cierto, adoro España. Es el único lugar del mundo donde puedes comer simplemente huevos con patatas y que sea la mejor comida de tu vida,» bromea, haciendo que su pasión por la cultura se haga aún más palpable.
«En Japón ocurre algo similar. Amo la comida,» agrega con entusiasmo. La referencia a la comida, como en tantas de sus producciones, no es un detalle menor. En Star Wars, como en la vida de Favreau, los pequeños placeres y las tradiciones culturales juegan un papel esencial. «Si te fijas en mi trabajo, siempre hay comida presente, especialmente en Star Wars, donde además tienes libertad para imaginar platos divertidos, inventar sabores.»
La celebración de este regreso a Tokio no se trata solo de un homenaje a las raíces cinematográficas de Star Wars, sino también de una forma de compartir con el mundo entero la riqueza de una ciudad que, para Favreau, se ha convertido en un lugar especial. «Así que regresar aquí con este metraje y compartirlo ha sido un auténtico regalo. Y la acogida que hemos tenido ha sido maravillosa,» dice, con un toque de gratitud que refleja el impacto de esta experiencia.
Mientras la Star Wars Celebration 2025 continúa, Jon Favreau se siente satisfecho, no solo por el legado que Star Wars ha dejado en el cine y la cultura popular, sino por la manera en que sigue uniendo mundos tan distantes, desde el lejano oeste de Tatooine hasta las calles vibrantes de Tokio. Star Wars es una galaxia de conexiones que, a pesar del paso de las décadas, sigue siendo un puente que une a generaciones, culturas y pasiones.
Se perdió una mañana de instituto para ver el final de ‘Perdidos’ y, aunque la leyenda cuenta que está en FOTOGRAMAS por sus tortillas de patata, la realidad es que lleva en la revista desde 2016 como “el chico de los vídeos”. Graduado en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, un día se cansó de vivir entre muggles y, antes de que ‘Cinema Paradiso’ y ‘El espíritu de la colmena’ despertaran su fascinación por el séptimo arte, decidió (no) crecer imaginando su infancia entre hobbits y jedis. Vive enamorado de Emma Watson y Michael Scott, y está convencido de que su cima en la vida ha sido, es y será decirle a Viggo Mortensen en un ascensor que todavía guarda una figura de acción de Aragorn.