El mítico actor de ‘Gladiator’ que murió en pleno rodaje: «Bebió tres botellas de ron jamaicano, ocho botellas de cerveza alemana y varios whiskys dobles»

El mítico actor de ‘Gladiator’ que murió en pleno rodaje: «Bebió tres botellas de ron jamaicano, ocho botellas de cerveza alemana y varios whiskys dobles»

Oliver Reed se convirtió en uno de los actores británicos más reconocibles del siglo XX gracias a su imponente físico, su mirada desafiante y su energía casi salvaje. El actor inició su carrera como extra en algunas producciones de poco prestigio, apareciendo en pantalla de manera fugaz hasta que la productora Hammer Films lo eligió para protagonizar ‘La maldición del hombre lobo’ (1961), de Terence Fisher. A lo largo de cuatro décadas de trayectoria y más de cien películas, Reed trabajó en prestigiosos títulos como ‘El rapto de Bunny Lake’ (1965), de Otto Preminger, ‘Oliver’ (1968), de Carol Reed, ‘Los demonios’ (1971), de Ken Russell, ‘Tommy’ (1975), también de Ken Russell, ‘El príncipe y el mendigo’ (1977), de Richard Fleischer, ‘Cromosoma 3’ (1979), de David Cronenberg, o ‘Las aventuras del barón Münchausen’ (1988), de Terry Gilliam.

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Pese a su talento y presencia en pantalla, Reed desarrolló desde su juventud un grave alcoholismo que le llevó a actuar habitualmente de manera errática. Sus juergas se convirtieron en parte de su leyenda personal, y en los pubs londinenses se hablaba de él como un mito viviente, especialmente cuando salía de fiesta acompañado de un grupo de más de treinta amigos, a los que apodaba ‘Los guerreros de la bebida’. Entre las anécdotas más conocidas figura la vez que vomitó sobre el actor Steve McQueen tras una noche de excesos, justo cuando este había cruzado el Atlántico para proponerle un papel. También se se tiene constancia de que el día antes de su boda, el actor tomó más de cien pintas de cerveza en menos de 24 horas. Además, Reed mantuvo una estrecha amistad con Keith Moon, batería de The Who, con quien compartía su inclinación por una vida llena de excesos.

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Su conocida adicción al alcohol tuvo un efecto negativo sobre su carrera, ya que pese a su innegable talento, muchos directores y productores se mostraban reacios a contratarle por miedo a su comportamiento imprevisible. De hecho, a finales de los años 60, su popularidad estaba en un punto en el que su nombre llegó a sonar como posible sustituto de Sean Connery en el papel de James Bond, cosa que finalmente no ocurrió ya que los productores pensaban que la mala prensa que le brindaban sus correrías fuera de los platós podría repercutir sensiblemente a la afluencia de público, haciendo que la saga ‘James Bond’ perdiera adeptos. Sin embargo, Ridley Scott decidió contar con él para interpretar al personaje de Antonio Próximo en ‘Gladiator’ (2000), un esclavista reconvertido en entrenador de gladiadores que compra al protagonista, Máximo, interpretado por Russell Crowe, en el norte de África. El papel permitió a Reed recuperar cierto prestigio en la industria, y durante el rodaje en Malta mantuvo una conducta profesional que sorprendió al equipo, evitando por completo el consumo de alcohol durante varias semanas para no comprometer el desarrollo de la producción.

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Sin embargo, el 2 de mayo de 1999, mientras se encontraba en Malta, Oliver Reed acudió a un pub irlandés de la isla llamado tras terminar una agotadora jornada de rodaje. Aquella noche, varios clientes lo reconocieron y comenzaron a retarlo a una competición para ver quién podía beber más. Reed aceptó, y según el testimonio de varios de los allí presentes, el actor bebió tres botellas de ron jamaicano, ocho botellas de cerveza alemana y varios whiskys dobles. Entre trago y trago, Reed tuvo tiempo para ganar pulsos a un puñado de jóvenes marineros británicos, hasta que poco después sufrió un infarto fulminante y murió en la barra del pub a los 61 años. Curiosamente, el establecimiento donde falleció conserva aún hoy enmarcada en una de sus paredes la cuenta de aquella noche, que jamás pudo ser pagada por el actor, y en su honor el local fue rebautizado como ‘Ollie’s Last Pub’. En el momento de su muerte, Reed aún no había completado todas sus escenas en ‘Gladiator’, por lo que fue necesario utilizar técnicas digitales y un doble para finalizar su participación en la cinta, algo que el propio director, Ridley Scott, defendió como un homenaje necesario para preservar su último trabajo en la gran pantalla, consiguiendo que finalmente su interpretación fuera elogiada por la crítica y recibiera una nominación póstuma a los Premios BAFTA en la categoría de Mejor actor de reparto.

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