El estreno de ‘La guerra de las galaxias’ (o ‘Star Wars. Episodio IV: Una nueva esperanza’) en 1977 no solo marcó un antes y un después en la historia del cine tal y como lo conocemos, sino que también representó un punto de inflexión definitivo en el desarrollo de los efectos visuales y la forma en que Hollywood concibió el fenómeno del blockbuster. La épica película de aventuras espaciales dirigida por George Lucas supuso un salto tecnológico y creativo sin precedentes, que alteró para siempre la industria cinematográfica.
Antes de Star Wars, los efectos especiales en el cine se limitaban a trucos prácticos y técnicas artesanales que, aunque ingeniosas, tenían limitaciones evidentes en cuanto a la escala y la espectacularidad. Lucas y su equipo, a través de Industrial Light & Magic (ILM), compañía fundada expresamente para el proyecto, innovaron con el uso de modelos a escala, cámaras de movimiento controlado (motion control), y pioneros efectos ópticos que lograron una experiencia visual inmersiva nunca vista hasta entonces.
Esta revolución técnica permitió que los espectadores fueran testigos de duelos con sables de luz, gigantescas naves espaciales enfrentándose en el la enormidad del espacio con explosiones y maniobras imposibles y criaturas de galaxias muy, muy lejanas con un realismo y dinamismo inédito, reventando la taquilla ante el boca a oreja generado entre el público. La película recaudó más de 775 millones de dólares (que, ajustados a la inflación, serían más de 3.500 millones de dólares actuales) y se transformó en un fenómeno cultural sin precedentes, inaugurando un modelo de negocio que sigue vigente casi medio siglo después.
En el centro de esta revolución estaba un joven Mark Hamill, cuya carrera quedaría marcada para siempre por el icónico papel de Luke Skywalker. Sin embargo, el camino no fue sencillo ni exento de dificultades. Antes del rodaje de la segunda película de la saga, ‘El Imperio Contraataca’ (1980), Hamill sufrió un grave accidente automovilístico que condicionó en parte el desarrollo de su personaje y su presencia en pantalla. La recuperación y las secuelas físicas obligaron a un replanteamiento de algunas escenas, que se adaptaron para evitar exponerlo demasiado, algo que contribuyó a un giro narrativo que trasladó mayor protagonismo a otros personajes como Darth Vader y Han Solo.
Pero quizá uno de los aspectos menos visibles para el gran público, y que el propio Hamill ha contado con humor y sinceridad, es la peculiar experiencia de actuar en un filme con tantos elementos fantásticos y efectos añadidos en posproducción. En una entrevista de 1977 con la revista Time, Hamill afirmó: «Actuando en esta película, en Star Wars, me sentí como una pasa en una ensalada de frutas gigante. Y ni siquiera sabía quiénes eran los cocos o los melones«, o, traduciéndolo al refranero español, que estaba más perdido que un pulpo en un garaje. «En un momento dado, se supone que debo reaccionar al ver mi planeta explotar. Ya sabes, ahí van mis padres, mi colección de discos, todo. ¿Qué es lo único que veo? Una mano que me indica dónde mirar».
Y es que los avances en materia de efectos visuales han provocado, con el paso de los años, que muchas películas se rueden en habitaciones forradas de verde sin referencias ni réplica para los actores. Y eso es un problema, Porque, aunque el CGI y los efectos digitales están más refinados que nunca, no podemos olvidar que su uso se debe en su mayoría a factores financieros y de producción. Ahorra tiempo y ahorra dinero, pero sufre en comparación con un escenario real. Y no hablamos solo de lo que percibe el espectador, sino de los propios actores. Es imposible actuar igual de bien en el entorno real que hablando a pértigas pintadas de verde en un estudio.¿Recuerdas el vídeo de Ian McKellen llorando desesperado como Gandalf en el polémico rodaje de ‘El Hobbit’ («No me hice actor para esto»)? Pues eso.
Fran Chico es experto en cine y series, especializado en divulgación cultural y crítica cinematográfica. Es crítico reconocido en Rotten Tomatoes y en Filmaffinity. Aunque su género favorito es el terror, lo mismo te habla del nuevo taquillazo del UCM de Marvel que de una película de autor a reivindicar del circuito de festivales. No hay serie de Netflix, HBO Max, Amazon Prime Video o Disney+ que escape a su radar, profundizando en el catálogo de cada plataforma para recomendar y analizar sus mejores contenidos.
Fran lleva más de un año escribiendo en Fotogramas, pero sus inicios se remontan a hace casi dos décadas en foros y blogs de cine como Planeta Claqueta o Moviementarios. Fue fundador y parte del consejo de dirección de la publicación digital de críticas y análisis fílmico Revista Mutaciones y miembro de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España (AICE), la organización que otorga los Premios Feroz, así como votante de los Blogos de Oro al cine independiente. Después de cursar el Máster de Crítica Cinematográfica de la Escuela de Cine de Madrid (ECAM) impartido por Caimán Cuadernos de Cine, ha colaborado y/o cubierto como prensa especializada durante más de 10 años festivales de cine como San Sebastián, Sitges y Filmadrid, entrevistando por el camino a directores, actores y actrices relevantes de la industria nacional de la talla de Penélope Cruz, Carlos Saura, Ana de Armas, José Luis Cuerda o José Sacristán e internacional como James Wan, Edgar Wright o Dario Argento.
Sus conocimientos y su experiencia le han llevado a ser videoblogger de cine de Fnac España y director y presentador del podcast Holocausto Zinéfago, con más de 150 programas emitidos y disponibles en los que se mezclan el cine y el humor desde un punto de vista único y original.