
Michael Cera (Ontario, Canadá, 1988) tenía tres años cuando pilló una varicela que lo obligó a estar en cama varios días. Los aprovechó para ver ‘Los Cazafantasmas’ y aquello fue una revelación. La vio una y otra vez durante la convalecencia y supo que eso era lo que quería hacer. Y que Bill Murray era dios. Muchos años después cerró el círculo porque no solo empezó a hacer películas siendo un niño sino que se especializó, ya adolescente, en esas comedias gamberras que tanto le gustaban. Ahí están ‘Supersalidos’ (G. Mottola, 2007) o ‘Juerga hasta el fin’ (E. Goldberg, S. Rogen, 2013). Además, ha trabajado con su ídolo. «En ‘La trama fenicia’ no coincidimos en ninguna escena, pero él estaba siempre por ahí, en las cenas. Es bastante surrealista sentarse al lado de Bill Murray». Lo cierto es que resulta extraño que Michael Cera no haya desembarcado antes en el universo de Wes Anderson, porque la suya parece una unión natural. De hecho, el director dice que nunca tuvo para el papel una opción que no fuera él para esta película, que se estrenó en la Sección Oficial del Festival de Cannes.
Interpretas a un espía noruego con alguna rareza, un papel que parece hecho a su medida.
Fue muy divertido descubrir ese mundo y lo que Wes me estaba invitando a hacer, que era muy rico ya en el guion. Estaba lleno de grandes diálogos. Encontramos juntos el acento y una vez que supimos cómo iba a hablar, entendí bien su espíritu y cómo interpretarlo. Estaba muy emocionado de hacer todo esto con Benicio, que estaba en el proyecto desde el principio.
Los rodajes de Wes Anderson son célebres por ser muy divertidos y con un ambiente estupendo. ¿Lo suscribes?
Crea un ambiente familiar muy agradable. Retoma una tradición clásica de trabajar con una compañía de actores, como lo hacían Fassbinder, Bergman, Kurosawa o Fellini, tiene algo teatral muy bonito y encaja con su sensibilidad. Como actor te sientes muy seguro porque no se conforma con algo que no sea excelente y sabes que lo tratará muy bien en la edición. Creó un ritmo de montaje que no existía antes, con cortes que provocan risa por lo bien elegido del tempo. Es un editor impresionante.
¿Te siente parte ya de esa gran familia que forma con sus actores más fieles, con los que trabaja una y otra vez?
Diría que sí siempre que me lo pidiera. No puedo imaginar quién le diría que no porque trabajar con él es una experiencia maravillosa. Elimina muchas de las distracciones de una producción normal, así que pasas mucho más tiempo real rodando. Creo que las cámaras ruedan más en su set que en ningún otro en el que haya estado. Además, rodamos en Berlín, y como mi mujer es alemana, pasamos una especie de vacaciones familiares muy felices.
Creo que ‘La trama fenicia’ puede verse como una metáfora de los multimillonarios actuales y su relación con el poder. ¿Fue un tema del que hablasteis?
La verdad es que no. Entiendo que se puede hacer esa lectura, pero no creo que haya una analogía directa, más allá del hecho de que existen multimillonarios con mucho poder.
¿Cuál es tu relación con las películas de Wes Anderson? ¿Tienes una favorita?
Es difícil elegir, pero últimamente veo mucho ‘Fantástico Sr. Fox’ (2009) porque tengo un hijo de tres años y le encanta. Lo vemos una y otra vez, escuchamos la música y hasta le compramos el libro del detrás de cámaras. ‘Academia Rushmore’ (1998) también me marcó mucho cuando era joven, la vi miles de veces.
Protagonizó ‘Scott Pilgrim contra el mundo’ (2010). ¿Eras consciente entonces de que esta película se convertiría en un título de culto?
Fue una experiencia muy importante para mí, allí hice algunos de mis mejores amigos. La filmamos durante nueve meses, fue algo monumental, la mayoría de las películas ya no se hacen así. Edgar (Wright) hizo un trabajo increíble. Nunca deja de perfeccionar, de pulir y eso está en cada átomo de la película. Estoy muy feliz de haberla hecho.
Eres un icono de películas como ‘Supersalidos’. ¿Por qué crees que ya no se hacen este tipo de comedias gamberras?
Yo tenía 18 años y fue algo increíble. Recuerdo estar en la audición deseando con todas mis fuerzas que me cogieran. Seth Rogen era muy joven, tenía 23 o 24 años, pero era ya un tipo muy especial, muy carismático. Todo el mundo de mi generación quería estar ahí. No creo que ahora exista una censura hacia ese tipo de humor, simplemente estas películas se hacen a otra escala. ‘Supersalidos’ costó 20 millones porque en ese momento se hacían cifras de taquilla enormes.
¿Fue tan divertido como parece?
Sí que lo era. Parecía más estar pasando el rato con tus amigos que trabajando. Había un ambiente de colaboración, de apertura incluso para mí, que acababa de llegar. Todos podíamos proponer ideas y arriesgarnos.
Trabajaste con David Lynch en la segunda temporada de ‘Twin Peaks’. Eso te coloca casi en el olimpo del cine.
Fue maravilloso estar cerca de él, aunque realmente solo fue una hora, pero lo recuerdo como el paraíso total. Me habría encantado hacer más cosas con él. De hecho, mantuvimos el contacto durante años, le mandaba un e-mail de vez en cuando para decirle: «Quiero hacer algo más contigo, no te olvides de que existo». Y él me respondía y decía que le encantaría. Era muy amable, siempre escribía correos maravillosos. Pero no tuve otra oportunidad.
Hizo una transición muy medida hacia papeles más adultos en ‘Molly’s Game’, ‘Gloria Bell’, ‘Person to Person’ o ‘Dream Scenario’. ¿Tuviste que decir ‘no’ a muchas cosas?
La verdad es que digo que ‘no’ a menudo, tengo esa suerte. Si tienes dudas al empezar una película la experiencia puede ser muy difícil como actor. Cuando digo ‘sí’ es porque se trata de una decisión obvia, ya sea por el guion o el director, y no tengo ningún problema con esperar a que llegue. Tiendes a aceptar papeles que resuenan con el momento de tu vida. Yo empecé a entrar en la treintena y en esa etapa lo que buscas cambia. Todo crece a tu alrededor y tus prioridades y deseos lo hacen también.
Laura es crítica de cine y periodista cultural. La primera vez que fue al cine vio ‘E.T. el extraterrestre’, y eso no se olvida nunca. Ha escrito sobre teatro, música, arte, fotografía, arquitectura y gastronomía en ‘Elle’ y ‘Harper’s Bazaar’. En ‘Fotogramas’ se especializa en lo que podríamos llamar ‘cine de autor’, aunque toca todos los palos.
Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y se especializó en el conflicto en Irlanda del Norte en la Queen University of Belfast. Lo que le llevó a verse ‘Agenda Oculta’ (Ken Loach, 1990), ‘En el nombre del padre’ (Jim Sheridan, 1997), ‘Bloody Sunday’ (Paul Greengrass, 2002) y todas las películas que tuvieran que ver con el IRA.
Viajó a Cuba para estudiar en la EICTV (Escuela Internacional de Cine y Televisión) de San Antonio de los Baños, donde vio mucho cine latinoamericano y bebió demasiados mojitos. También rodó un documental en la isla lleno de personajes maravillosos. Uno de sus primeros trabajos fue en el canal de televisión ‘Cineclassics’, donde coescribió el documental ‘El cine durante la Guerra Civil Española’.
Adora ‘El imperio del sol’ (Steven Spielberg, 1987), ‘Drácula de Bram Stoker’ (Francis Ford Coppola, 1992), ‘Thelma & Louise’ (Ridley Scott, 1992) y ‘La edad de la inocencia’ (Martin Scorsese, 1993). Pero, en general, siente predilección por las películas pequeñas que cuentan historias en las que nadie se fijaría si se las cruzara por la calle. Le gusta ese cine que vive más allá de los márgenes del entretenimiento.
Ha coescrito el libro ‘Cine y Moda’ (Ed. Pigmalion Edypro) y a lo largo de su carrera ha entrevistado a intérpretes y cineastas como Helen Mirren, Al Pacino, Jessica Chastain, Isabelle Huppert, Juliette Binoche, Julianne Moore, Hirokazu Koreeda, Sam Mendes, Jonathan Glazer, Margot Robbie, Ryan Gosling, Jude Law o Hugh Jackman.