Oliver Laxe: «He rodado entre incendios y mulas a 3000 metros, lo del desierto estaba chupado»

Oliver Laxe: «He rodado entre incendios y mulas a 3000 metros, lo del desierto estaba chupado»

Apoyado en las tablas logradas con sus anteriores trabajos, el premiado Oliver Laxe logra filmar una experiencia cinematográfica tan cruda como espiritual con ‘Sirat’, un film capaz de dialogar entre géneros y enfoques (no tan) opuestos mientras se cuela en cualquier lista que se precie con películas españolas recientes recomendadas. «Una inolvidable postal de un monte escarpado sobre el que se proyecta, vía láseres, una escalera a los cielos», apunta Manu Yáñez en su crítica de ‘Sirat’. «Todas estas señales –a las que cabría sumar una imagen televisiva de la peregrinación a La Meca– auguran una aventura que serpentea entre lo físico y lo espiritual. Un camino que Laxe recorre con una libertad apabullante, traspasando los límites de su propio cine».

Resulta tan paradójico como irresistible que para hablar con Laxe, el realizador que se ha hecho con el Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2025 con ‘Sirat’ tras haber ganado el Premio FIPRESCI en 2010 por ‘Todos vós sodes capitáns’, el Gran Premio de la Semana de la Crítica en 2016 por ‘Mimosas’ y el Premio del Jurado en la sección Un certain regard en 2019 por ‘O que arde’, tenga que abandonar su hogar en las montañas para buscar algo de cobertura en la carretera y, debidamente aparcado, atender a la insaciable prensa especializada.

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«Aprovechemos que aquí se me oye bien, a ver si dura», asegura con naturalidad el solicitado director antes de que le obliguemos a volver a sumergirse en el magnético viaje de sensaciones al que nos lleva con ‘Sirat’, el título que se estrenará en cines el 6 de junio y nos sumerge en la odisea de un hombre que, junto a su hijo, convive con los responsables de una rave en el desierto de Marruecos mientras busca a su hija desaparecida.

Ha descrito ‘Sirat’ como su película más política y radical hasta la fecha, ¿qué aspectos de la historia o del proceso creativo le han llevado a pensar esto?

Oliver Laxe: Creo que fui un poco torpe cuando dije lo de que era una película política, es más bien poética, por mucho que conecte con estos tiempos. Es política en cuanto a que hay un desertar de una manera de estar en el mundo. Hay un sabor crepuscular, una consciencia de que esto se acaba y, al mismo tiempo, un deseo de que se acabe pronto. Que todo cambie, que pasemos a otra cosa. En cuanto a su radicalidad, no es buscada. Es algo de lo que me he dado cuenta después de escuchar las primeras opiniones, pero al mismo tiempo es mi película más abierta. Cuando ya dominas más el oficio eres capaz de narrar mejor, de conocer mejor al espectador y, por lo tanto, puedes ser más radical.

Hay una constante mezcla de géneros a lo largo del metraje, ¿puede ser esto lo que la haga más accesible?

OL: Comienza casi como un documental, pasamos a la peli de aventuras, la road movie, el drama, el cine más sensorial e incluso el survival. Es normal esta serie de mezclas de géneros. ¿Por qué amamos el cine? Porque es una conjunción de arte popular y arte elevado, por eso disfruto haciendo algo absolutamente poético que luego tiene momentos de road movie de aventuras.

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Viendo ‘Sirat’, es difícil no pensar en pesadillas en la carretera como ‘El salario del miedo’ (H.G. Clouzot, 1953) y ‘Carga maldita’ (William Friedkin, 1977), ¿las tenía en mente? ¿Qué referentes le han llevado hasta esta odisea por el desierto?

OL: Pertenezco a una tradición de cine de autor europeo que es muy sobria, pero nos encanta el cine popular y el norteamericano. De ahí que tanto ‘El salario del miedo’ de Clouzot como ‘Carga maldita’ de Friedkin sean un referente, así como el cine de los 70 con títulos como ‘Carretera asfaltada en dos direcciones’ (Monte Hellman, 1971), ‘Apocalypse Now’ (Francis Ford Coppola, 1979), ‘Easy Rider’ (Dennis Hopper, 1969) o incluso ‘Stalker’ (Andrei Tarkovsky, 1979). Creo que vivimos un momento similar a aquella década, incluso estoy siendo apoyado por Movistar como cuando los grandes estudios se atrevieron a confiar en directores que recogían los movimientos contraculturales de entonces. Esa energía, esa violencia, está en esas películas y, de alguna manera, hemos tratado con ‘Sirat’ de recoger ese pulso contemporáneo. Esto es como un ‘Mad Max Cero’, es preapocalíptico. Estamos trabajando con los mismos arquetipos y miedos, pero con nuestros medios y sensibilidad europea.

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Ha vuelto a firmar el libreto junto a Santiago Fillol, ¿de dónde parte esta historia sobre un padre que busca a su hija en una rave en el desierto?

OL: Todo comenzó con la idea de unos vehículos atravesando el desierto, luego llegó el imaginario ravero al centrarme en su dos pilares: la fiesta y el viaje. He hecho varios viajes a Senegal y a esa zona entre Marruecos y Mauritania que es un no man’s land que incluye terreno minado. La frontera entre Argelia y Marruecos es la frontera más grande cerrada en el mundo y, con todo esto en mente, nos dimos cuenta de que la muerte no se instalaba en la trama hasta el final de la película. Fue como comenzamos a introducirla tanto para los personajes como para el espectador porque así es la vida, te sacude, te dice que te tires al abismo… y tienes que confiar en que habrá red, aunque no la veas. Hay que rascar, tocar fondo y, a partir de ahí, trascender. Esto es como una ceremonia de ayahuasca, es duro, pero cuando J.A. Bayona estrenó ‘La sociedad de la nieve’ me quedé muy aliviado de ver que era bueno para la gente hablar de esas experiencias de muerte. Todo esto hace que puedas sentir la vida mejor y más fuerte.

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¿Cómo dialoga toda esta aventura con sus películas anteriores?

OL: Digamos que tienen mi caligrafía. Sigue siendo un cine de imágenes, de momentos expresivos fuertes, de planos que penetran. Creo que es una película que dialoga fuertemente con ‘Mimosas’ (disponible en Filmin), una película que hicimos con 700.000 euros en cuatro o cinco semanas y no teníamos los medios necesarios, pero los temas eran un poco similares. Al final, estamos hablando de muerte y cómo trascenderla, de cómo fundirnos en el todo. Todo parte además de mi interés por los relatos de aventuras, por la tradición de los relatos de caballerías. Tiene una dimensión física cercana al western. El viaje del héroe, el ejercicio de superación, el ser humano que va más allá de sus límites…

¿Cómo fue el rodaje en el desierto? ¿Es tan duro como podría parecer o, después de ‘O que arde’, está listo para todo?

OL: A ver, los de Movistar estaban preocupados cuando veían que iba a rodar en el desierto, con actores no profesionales y con todos los efectos que necesitaba. Y yo les decía: esta es mi peli más fácil. Si me he metido con la cámara en incendios de verdad, ¿de qué me estás hablando? Está chupado. Si he estado en el Atlas a 3000 metros trasladándome en mula. Aquí íbamos de reyes. Y fue muy dura climáticamente y fueron más semanas de rodaje, que yo nunca había rodado más de cinco y esta fueron siete, pero fue sencillo en comparación.

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Es la primera vez que trabaja con un actor profesional como protagonista, ¿cómo fue su experiencia junto a Sergi López?

O.L.: Mis películas no habían pedido hasta ahora que apareciese un actor con esas horas de vuelo, pero esta vez sí era necesario. Trabajar con Sergi López fue muy satisfactorio, se puso rápidamente al servicio de la película y del resto del reparto, que era no profesional. La gente que meto en mis rodajes es muy especial, los cinco raveros tienen unas historias increíbles, y Sergi encajó enseguida. Es muy intuitivo, muy cercano, actúa como es, no paró de aconsejar y apoyar al resto del equipo para generar seguridad. Nos dio lo que pedía esta película: naturalidad y realismo.

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Al tratarse de una película sobre raveros en el desierto, la banda sonora de Kangding Ray (David Letellier) es fundamental para terminar de entrar en ‘Sirat’, ¿cómo trabajó este apartado?

OL: Me gusta el techno, la música electrónica, las raves y bailar. Necesitaba un músico que dialogara con la rabia de mi juventud, aquellos años en los que escuchaba más noise, industrial, grindcore y hardcore que se han ido limando con los años, pero que fuese capaz de convertirla en algo más esotérico y ambient conforme avanza la trama. Fue entonces cuando conocí a David, con quien he llegado a mi cenit como creador. Ha sido una herramienta que me ha permitir llegar más lejos que nunca como cineasta. Fui varias veces a su casa en Berlín, y él vino también a la mía y no paramos de enseñarnos música. Cuando le di el guion, hicimos un intercambio ciego, le pedí que me propusiese música de otros artistas, temas que pudiesen servirnos de referencia, y yo hice mi propia lista. Las cruzamos y resulta que teníamos bastantes coincidencias. A partir de ahí seguimos trabajando y él me hizo crecer también en mi concepción de la música electrónica y techno, fue un viaje muy fértil para mí. Él siguió trabajando con todo esto y su primera propuesta para musicalizar toda la película ya fue brutal. No sé cómo hizo, pero eran temazos uno detrás de otro y, ya con este mood nos fuimos a rodar con la confianza de que esa música nos iba a hacer viajar. En el fondo creo que soy un músico frustrado. Digo que soy un cineasta de la imagen, pero la imagen va con la música.

Cuatro películas y las cuatro seleccionadas (y premiadas) en Cannes, ¿qué significa para su carrera este festival?

OL: Pues mira, ya son 15 años desde que voy a Cannes, pero sé que me sigue costando convencer con mi cine para venderlo. Entiendo el contexto, mi cine tiene algo diferente, ni mejor ni peor, pero me he tenido que ganar la atención fuera del festival. Yo creo que ‘Mimosas’ tenía calidad para estar ya en oficial, no en competición pero en Un certain regard, y que ‘O que arde’ ya tendría que haber estado en competición. Pero entiendo el mundo en el que vivimos, y por eso Televisión Española no me propuso su apoyo hasta la cuarta película.

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Pero finalmente ha sido Movistar en la que ha confiado para ‘Sirat’.

OL: Sí, Movistar quería todos los derechos. Pero en el fondo estas luchas están bien, quiero decir, tiene que ser duro para un cineasta llegar hasta el final. Ahora estoy contento, es un momento bastante dulce, creo que Televisión Española está haciendo ahora muy buen trabajo y que hay muy buenas comisiones en el ICAA. Hay mejores valoraciones, pero todavía hay cosas que mejorar.

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Headshot of Ricardo Rosado

Ricardo Rosado es crítico de cine, periodista cultural, experto en comedia norteamericana, películas de terror de cualquier tipo y todo lo que ocurra entre géneros y formatos. Criado entre películas de Steven Spielberg, y malcriado desde que se topó con David Lynch, lleva una década escribiendo sobre el arte que consume.

En FOTOGRAMAS le leerás comentando los últimos estrenos en salas, fomentando la paz entre fans de Marvel y DC, repasando todas las novedades de Star Wars o sumergido en las profundidades de los catálogos de Netflix, HBO Max, Prime Video y Filmin. También le gusta hacer galerías y rankings de películas y series, pero nadie se fía demasiado de su criterio.

Tras estudiar Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid, creó un blog de reseñas cinematográficas con la esperanza de acudir gratis a festivales de cine y pases de prensa. Ahora, tras siete años escribiendo en FOTOGRAMAS sobre los últimos estrenos en salas, las series del momento y cualquier contenido disponible en los diferentes canales de streaming, sigue pensando que mereció la pena.

Frontman de dos vergonzantes proyectos musicales, director de diversos videoclips de bandas de heavy metal madrileñas y autor de no pocos cortometrajes escondidos en la red de redes, es el editor y uno de los orgullosos contertulios del podcast cultural ‘Los de al lado de Pumares‘, espacio que le ha permitido participar como colaborador en otros formatos de radio como ‘Estamos de cine’ (Castilla-La Mancha Media) y ‘El faro’ (Cadena SER), además de haberle convertido en una de las voces principales de los vídeos de FOTOGRAMAS.